El título de la entrada es referente a una película que fui a ver hace ya algunos años al cine.
"El paciente inglés"
Hace un par de meses, gracias a Valle, volví a recuperar esta película. Había olvidado lo mucho que me gustaba, lo brillante de su banda sonora (de Gabriel Yared), increíblemente bella, y algo triste, pero bella sin duda.
Recordé que fui al cine con una caja de kleenex, nunca había ido al cine con una caja de pañuelos de papel pero acababa de cortar con mi novio e iba a llorar. Y lloré, lloré durante las casi 3 horas que dura la película, y probablemente durante 6 horas más, después.
Pero no todos los recuerdos son tristes. Rememoro las cenas en mi piso, en Barcelona, escuchando la música que se funde con el hilo argumental de la película, las recuerdo con amigos, charlando, confesándonos a la luz de unas candelas, tomando copas de vino tinto, riendo, estimándonos.
Es curioso como cuando dejas una relación, toda historia de amor en el cine te parece que tiene una similitud increíble con la tuya, aunque esta suceda en África, en plena guerra y entre una pareja heterosexual. De echo, hace unos pocos años, habiendo dejado mi primo, una relación, fuimos al cine a ver "Las crónicas de Narnia". La película es para niños, como lo son los libros que inspiran esta saga. En fin, que no había historia de amor. Pues el pobre, estaba entonces tan enamorado, que creía ver en la cara del león que sale en la película, a su novio. - Pero si es que es igual, me decía. (Perdóname guapo, esta pequeña indiscreción, siempre me pareció graciosa como anécdota).