divendres, 21 de febrer del 2014

Más pintura religiosa

Muy interesante la historia de quien sirvió de modelo para el cuadro de la Virgen de Melun (perteneciente al Díptico de Melun) de Jean Fouquet. Agnès Sorel, la que fué amante oficial de Carlos VII, aparece aquí retratada como una virgen.
En el siguiente enlace encontrareis una historia muy interesante sobre ella:
Virgen de Melun
Virgen de Melun - Jean Fouquet
Y seguimos con otras vírgenes, la siguiente del Maestro de la Leyenda de la Magdalena, uno de los primeros pintores flamencos, quien nunca fué identificado y que estuvo activo entre 1483 y 1527, más o menos.
Madonna Nursing the Christ Child By Master of Magdalen Legend
Y varias madonnas o detalles del pintor italiano del renacimiento tardío Carlo Crivelli:





Madonna della Candeletta
Un par de anunciaciones:
Botticelli
Ambrogio Lorenzetti
Cambiamos a 2 Caravaggios de David mostrando la cabeza de Goliat:




Y de vuelta a las madonnas, un par de detalles de unos cuadros del pintor del renacimiento Matteo di Giovanni:
Madonna con ángeles y querubín
Madonna y niño con San Juan Bautista y San Miguel Arcángel

Dos vírgenes más, con corona:
Virgen con Corona - Dominique Ingres 
Virgin Mary - Hubert and Jan van Eyck's Ghent Altarpiece
Y acabo con esta preciosidad de Benozzo Gozzoli:

Virgen y niño con ángeles






dimecres, 19 de febrer del 2014

I love you

De vuelta de un entierro, con 2 copas de más y la esperanza de que no se me caiga el alma al suelo. Con la certeza de que los niños jamás deberían ver morir a sus madres. Mierda de mundo que permite que los niños sufran!
Jamás debemos esperar para decir TE QUIERO, porque cuando menos te lo esperas, la oportunidad ya no existe.
Por eso, TE QUIERO, OS QUIERO, JE T'AIME, TI AMO, I LOVE YOU... And show must go on que promulgaba Queen.

Con Marisol, un canto para todos, por la amistad y por el amor:

dijous, 13 de febrer del 2014

El Rey Loco

«Sin que vos lo supierais, erais la cuenta de todas mis alegrías. Vos habéis sido mi mejor maestro, mi educador y un amigo que, como ningún otro, ha sabido hablar a mi corazón. Haré cuanto esté en mi mano para haceros olvidar vuestros sufrimientos, disiparé todas vuestras preocupaciones, os proporcionaré el reposo a que aspiráis a fin de que despleguéis sin traba alguna, vuestro genio maravilloso. Ahora que visto la púrpura, emplearé mi poder en endulzar vuestra vida».

Con estas bellas palabras recibe el Rey Ludwig de Baviera a Wagner en Munich, apenas dos meses después de su coronación.


Estas Navidades tuve la suerte de visitar el Castillo de Neuschwanstein durante una escapada a Munich. Es realmente increíble, como si no fuera real. Lo más bonito que he visto en mucho tiempo. El castillo que inspiró a Walt Disney, y no es de extrañar, cualquier foto queda nímia ante esa realidad superlativa. Y cuando entras... como sumergirse en un sueño con tintes de Grial.

No es de extrañar que lo llamaran el Rey de los Cuentos, muchas leyendas, algunas convertidas en óperas, te embriagan, te subyugan desde las paredes de las diferentes estancias de este castillo. Lohengrin, Tristan e Isolda o Parsifal surcan sus paredes, tinñéndolas de amor y tragedia hecha poesía.

LUIS II DE BAVIERA: 


Luis de Wittelsbach (Ludwig Otto Frederik Wilhelm) (Palacio de Nymphenburg, Baviera, 25 de agosto de 1845, Lago de Starnberg, ídem, 13 de junio de 1886) fue un príncipe bávaro de la Casa de Wittelsbach, rey de Baviera de 1864 a 1886 con el nombre de Luis II de Baviera.

Fue hijo del rey Maximiliano II de Baviera y de la princesa María de Prusia. Debido a su posición como heredero de la corona, fue consentido inusitadamente en algunos aspectos, pero severamente controlado por sus preceptores y sujeto a un estricto régimen de estudio y ejercicios. Algunos de sus biógrafos afirman que muchos aspectos de su excéntrico comportamiento pueden explicarse por la presión de haber crecido en la familia real.

Pese a todo, su juventud tuvo momentos felices, como las visitas al castillo de Hohenschwangau y al lago de Starnberg con su familia. Durante la adolescencia, Luis forjó una estrecha amistad con su ayuda de campo, el apuesto aristócrata [Paul Maximilian Lamoral de Thurn y Taxis]], miembro de una de las familias más ricas de Baviera. Los dos jóvenes cabalgaban juntos, leían poesía en voz alta y representaban escenas de las óperas románticas de Richard Wagner. La primera vez que el joven príncipe Luis presenció una obra wagneriana fue el 25 de agosto de 1861, cuando se representó ante él Lohengrin, y desde entonces mostró siempre un entusiasmo inusitado por la música de Wagner. Su relación con Paul se rompió cuando éste empezó a interesarse por las mujeres. Paralelamente, el príncipe había iniciado una amistad con su prima, Isabel de Baviera, más conocida como Sissi. Ambos amaban la naturaleza y la poesía, y en su mundo privado se llamaban «Águila» (Luis) y «Cisne» (Isabel).

Luis sucedió a su padre, Maximiliano II de Baviera, en el año 1864, a la edad de 18 años, pasando a ser conocido como Luis II de Baviera. Tuvo siempre como ideal los reinados absolutistas y quiso reconciliar a los Estados alemanes. Pronto surgieron dos problemas: la expectativa, siempre frustrada, de engendrar un heredero y las relaciones con Prusia. Estaba comprometido con la princesa Sofía, su prima, hermana menor de Sissi, pero después de posponer el enlace varias veces, Luis anuló el compromiso y Sofía se casó al poco con el duque de Alençon; posteriormente moriría en un incendio.

A pesar de su alianza con Austria contra Prusia en la Guerra de las Siete Semanas, aceptó un tratado de defensa mutua con los prusianos en 1867 después de ser derrotado. Como consecuencia de este tratado, Baviera tuvo que ser aliada de Prusia en la guerra Franco-prusiana. Otto von Bismarck persuadió a Luis de la idea de un imperio alemán, con lo que la posibilidad de independencia de Baviera se vio reducida.
Desilusionado de gobernar en la época en que le había tocado, Luis II se fue retirando cada vez más de la capital constitucional, Múnich, en que debía residir un número mínimo de meses al año, cumpliendo tan sólo el mínimo exigible, y haciendo que sus ministros se dirigieran al castillo de Neuschwanstein, donde residía habitualmente, para firmar las leyes propuestas por éstos.
A pesar de que se haya insinuado una relación amorosa entre Luis II y la emperatriz Sissi, hay poco fundamento para considerarla real. Su amistad, sin embargo, sí fue muy estrecha, reforzada por su afición por la hípica, la música y la naturaleza.
A lo largo de su reinado, se conocieron varios enamoramientos del rey con hombres apuestos, incluyendo al principal caballerizo de la casa real, Richard Hornig, la estrella de teatro húngara José Kainz y el cortesano Alfons Weber. En 1869, comenzó a llevar un diario en el que registraba sus pensamientos privados y hablaba de tentativas de suprimir sus deseos sexuales y mantenerse fiel a los dogmas católicos. Los diarios originales del rey se extraviaron durante la Segunda guerra mundial, y todo lo que queda hoy son copias de escritos hechos antes de la guerra. Estos escritos copiados del diario, junto con cartas privadas y otros documentos personales que han sobrevivido, sugieren que Luis luchó contra su homosexualidad.

La vida excéntrica del rey y su personalidad melancólica condujeron al dictamen médico que lo declaró, finalmente, incapacitado para gobernar (aunque se ha sugerido que ésta no fue sino una estratagema familiar para arrebatarle el trono). Pasó sus últimos días bajo atención psiquiátrica. Su muerte tuvo lugar en el lago de Starnberg el 13 de junio de 1886. Al atardecer, Luis pidió pasear por los alrededores del lago con su médico-psiquiatra Gudden (quien le había diagnosticado una esquizofrenia paranoide). Éste aceptó de buen grado y mandó a los guardias que no les siguiesen, pues últimamente Luis había dado muestras de mejoría que le hicieron confiar. Los dos hombres nunca volvieron y fueron encontrados ahogados dentro del lago a las 23.30 h. La muerte generó sospechas sobre todos, pues, de hecho, Luis era un gran nadador, y se dice que fueron dos hombres los que "amablemente" le acompañaron hasta el lago.

No obstante, otra versión de la historia dice que la propia construcción de Neuschwanstein (donde acabó viviendo al final de su vida, supervisando su edificación) desmonta la supuesta locura del gobernante, la cual no sería sino una distorsión de su figura a posteriori realizada por los que le quisieron apartar del trono. La construcción de este palacio, para la que el rey exigió exclusivamente trabajadores y materiales bávaros, sin apenas importaciones extranjeras, desarrolló una poderosa industria artesanal que hace que, hoy por hoy, Baviera siga siendo uno de los enclaves industriales más poderosos de Alemania.
En el lugar de su muerte se construyó una pequeña capilla en la que se realiza una ceremonia en recuerdo del rey cada 13 de junio. Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de san Miguel en Múnich, y su corazón reposa en la iglesia de la Imagen Milagrosa de Altötting, como mandaba la tradición de los reyes bávaros.

Volcó sus mayores energías en paraísos artificiales, diseñando y construyendo tres grandiosos castillos siguiendo el estilo historicista imperante en la época: Linderhof, Neuschwanstein y Herrenchiemsee. En esto perpetuaba la tradición de su familia, que había construido grandes avenidas en Múnich y castillos por toda Baviera. Contrariamente a lo que se piensa, Luis II gastó su fortuna familiar para la construcción de estos castillos, sin arruinar las arcas del Estado. En la construcción de los castillos fue asesorado por el diseñador de edificios Christian Jank.


Fue el gran mecenas de Richard Wagner, al que admiraba desde que era príncipe heredero. De hecho, el rechazo del pueblo y el gobierno de Baviera a los Wagner (debido, entre otras cosas, a sus continuas interferencias en política) le sumieron en la melancolía (Wagner acabó buscándose otro mecenas) y fueron un factor determinante en su alejamiento de la corte y de las responsabilidades de gobernante. Dicen que se trataba probablemente del rey más cercano a los cuentos de hadas: admiraba estos relatos desde su infancia. Sus narraciones preferidas (y en las que se basaron sus palacios) fueron las leyendas tradicionales alemanas (Tristán e Isolda), y su propio retrato en el momento de la coronación (la cual refleja la forma en que se presentó ante los bávaros) no andan muy lejos de la representación clásica de un príncipe azul. Según este punto de vista, Luis II, también llamado el Rey Loco, deseaba vivir en un mundo de fantasía, y de ahí su búsqueda de refugio en los palacios que construyó. Impulsó la construcción del Teatro del Festival de Bayreuth.

Bruckner le dedicó su Séptima sinfonía, compuesta entre 1881 y 1883.


diumenge, 2 de febrer del 2014

Fin de Semana algo triste

Con alguna lágrima (curioso después del último post) y sin más palabras: