dilluns, 12 de desembre del 2016

Intocables... y hundido

Largas tardes al sol, la arena del desierto que acaricia mis pies.
Amigos, risas y música. Siempre música, para todo, para alegrarme, para reír, para bailar, para llorar, para serenarme y para madurar...
Días de calma, espacios para la compañía y para la soledad. Para tomar distancia y ver las cosas desde otro punto.



Y tras la calma llega la tormenta.
Empieza hoy una semana especialmente dura que culminará en ese adiós definitivo.
La tristeza, siempre acechante, afronta la recta final. Recta sin ganadores ni premios. Recta de lágrimas y amargura, de remordimientos, de clavarse dagas en el corazón.
Pero ahí, en medio de un mundo diminuto pero infinito, mis contradicciones no parecen tener importancia.




Que belleza, que fragilidad, que paz y a la vez esas lágrimas de alegría y tristeza sempiterna al sentirla junto a tu pecho. Cuando te mira con esos ojos pardos que aún no ven el mundo, pero que traspasan tu alma. Y ésta se llena de gozo al sentir esa brecha que estará eternamente abierta. Esa humilde esperanza de "tal vez un día".


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada